Espacios Montessori
Los espacios montessorianos y el desarrollo de los más pequeños
Escrito por Luise Rabelo. Madre, consultora familiar en desarrollo infantil y educadora montessori, estudiante de postgrado en Neuropsicopedagogía y Educación Infantil, Arquitecta y Urbanista. @luiserabelomontessori
Maria Montessori fue una mujer extremadamente adelantada a su tiempo, la primera en licenciarse en medicina en Italia hace más de 100 años. A lo largo de su práctica, se sorprendió de la forma en que se trataba a los niños en las áreas psiquiátricas y decidió dedicar su vida a la educación infantil. Esta mezcla de conocimientos en medicina y educación dio lugar a su método de enseñanza, una verdadera filosofía de vida, que sigue siendo actual.
Muchos se preguntan qué tiene de especial este método. Es difícil de resumir. La filosofía Montessori transforma nuestra visión en relación con la infancia y acaba cambiando también nuestra visión en relación con otras personas. Esto se debe a que la educación Montessori va más allá de la educación intelectual. Es, como lo llamó, una educación para la vida, que busca enseñar al niño a actuar por sí mismo, a querer por sí mismo, a pensar por sí mismo. Enseña al niño a convertirse en un individuo y a construir una sociedad mejor. Un niño que aprende a pensar, a manejar sus emociones, a tener libertad para ser quien es, a vivir como quiere, respetando la individualidad y el espacio de cada uno.
Algunos piensan que crear un ser humano es intuitivo. Para mí, al menos, no lo fue. Estudiar sobre la infancia marcó la diferencia en mi maternidad. En una época de tantas pantallas, aparatos electrónicos y exceso de estímulos, es fácil distanciarse de lo que realmente necesita un niño. Por eso creo que tenemos mucho que rescatar y aprender de este legado.
El niño es como una semilla. Cada uno tiene sus necesidades específicas y nace con todo lo que necesita para desarrollarse plenamente, siempre que crezca en un entorno adecuado. La planta sólo crece si el entorno le proporciona tierra, luz y agua en equilibrio. El niño sólo se desarrolla plenamente si el entorno le proporciona libertad, orientación, respeto, afecto, opciones, posibilidad de autonomía, entre otros. El niño necesita un espacio donde pueda experimentar, explorar, moverse, crear, interactuar.
Nadie cuestiona la capacidad de crecimiento de la planta, sino lo que le ofrecemos. ¿Por qué cuestionamos la capacidad de desarrollo del niño y no lo que le ofrecemos? El niño es un reflejo del entorno en el que vive y de los adultos con los que convive. Por supuesto, hay temperamentos de fábrica, pero éstos pueden mejorar o empeorar en función del entorno en el que crezca el niño.
Entender la infancia es esencial para proporcionar un desarrollo más pleno a nuestros pequeños y un mundo mejor, porque el niño de hoy es el adulto de mañana, y este mundo mejor empieza en casa.
*Imágenes ilustrativas