En una casa para toda la vida, los detalles tienen que ser definitivos. Esa es la premisa de Amélie, un piso de los años 80 en el bullicioso barrio de Moinhos de Vento que ha dado todo su potencial a una colección digna de una galería de arte.
El nombre procede del lienzo de Nelson Wilbert, una reproducción libre al óleo del cartel que hizo famosa la película "El fabuloso destino de Amélie Poulain". De sus matices procede la paleta de colores atrevidos, con una fuerte personalidad que pinta cada uno de los espacios. La luminosidad que invade los vanos permite una composición de verdes, colores terrosos, hormigón y negro. En el salón principal, la pared prominente se convierte en un homenaje a la colección de arte.
Su intención es la versatilidad, permitiendo la práctica reordenación de las piezas que se adquieran cada vez que surja una nueva pasión. Para obras que cuentan historias, una pared verdaderamente viva. Sobre ella, un espejo horizontal crea la ilusión de una altura infinita.