Situado en la Costa Brava, a unos 100 km de Barcelona, el exuberante pueblo de Saint Feliu de Guixols es el escenario de este nuevo proyecto. En medio de la vegetación autóctona, el emplazamiento ocupa una ladera con vistas al Mediterráneo.

El proyecto de la casa se realizó de forma transversal, en una planta horizontal, con dos volúmenes principales. En esta región, la armonía con el entorno es una premisa, que definió el uso del hormigón blanco, así como las formas sobrias, con grandes marquesinas voladas. Una línea sinuosa de paneles de madera conecta los dos volúmenes, el área social y las suites, ambos protegidos por losas con techos verdes.

Las principales zonas de estar y dormir están orientadas al sur, privilegiadas por la vista al mar y la mejor orientación solar. El diseño interior es minimalista, valorando los muebles de madera natural de diseñadores brasileños, en línea con el concepto escultural de la residencia.

Por último, el ajardinamiento con especies autóctonas enmarca la casa para quienes la ven desde el mar, mientras que la cubierta verde imita la construcción de la fachada que da a la calle.