Ubicada en Gramado, en un condominio con una gran área de araucarias preservadas, está la Casa La Negra, con una volumetría que abraza una gran araucaria.

La arquitectura se basó en la elección de materiales más cálidos, como la madera, y colores oscuros, que captan el calor del exterior durante el día para mantener la casa caliente por la noche. Las láminas, el vidrio y la piedra también componen las opciones de revestimiento.

La definición del programa se basó en el terreno en pendiente, poco modificado para la implantación, pero que se convirtió en un gran reto de diseño. Esto se debe a que la entrada comienza en la planta baja -a nivel de la calle-, pero en realidad se produce en la planta sótano, donde está el garaje. Allí, una escalera y un ascensor conducen a la planta social.

En la segunda planta, la social, el forjado se prolonga y la ventana se inclina con un conjunto de escalones que se corresponden con la topografía original del terreno y que conducen a la piscina exterior. En esta misma planta, la cocina se integra con el salón, su diseño se inspira en las referencias de las cocinas alemanas y su cocina afectiva. En el salón, una ventana sirve de marco en la fachada, enmarcando la estancia y convirtiéndose en un elemento estéticamente bello cuando se ve desde dentro y desde fuera.

En la tercera planta se encuentra la zona íntima, con las cuatro suites, el salón y los baños. Un gran ventanal con vista lateral introduce la luz natural en la casa, al mismo tiempo que lleva al interior la araucaria conservada, abrazada por las brisas de madera. Un panel de metal y corten con diseños orgánicos es también el umbral de la escalera de hormigón con peldaños de madera de ébano.