El proyecto nace con una arquitectura que imita la naturaleza circundante, conectada en su espacialidad y materiales. La premisa era que la casa se integrara con el entorno y, para ello, se colocó un balcón en la fachada frontal, acercando a la familia a los demás residentes del condominio situado en Xangri-lá, en el litoral de Rio Grande do Sul.

Diseñada en formato ortogonal, la fachada se orientó hacia el lado norte para que en invierno se pudiera aprovechar más la veranda, que cuenta con una chimenea revestida de un gran volumen de hormigón visto.

La elección de la piedra costaneira para las paredes garantiza la unidad visual en todo el perímetro, revistiendo las paredes de los ambientes interiores y exteriores, y aportando un ambiente campestre a la Casa Varada.

La paleta de colores crea una armonía entre la vida y la naturaleza, con la presencia del verde oscuro en las paredes de los baños, mientras que los tonos naturales de las piedras, como el mármol de Itamaraty y el hormigón en bruto, crean un sofisticado ambiente campestre.