Mó es el nombre de la piedra que, en un molino, convierte los granos en alimento. Bautiza al restaurante, con una planta de casi 800m2 y una longitud de 40m orientada al norte, que buscaba en la vista contemplativa de la naturaleza una identidad de convivencia y refinamiento, bañada de luz y ventilación.

La esencia del diseño arquitectónico refuerza la simplicidad de los elementos, sugiriendo un ambiente despojado e informal.Aunque el espacio tiene grandes áreas, los recursos arquitectónicos crean microambientes, asemejándose a la atmósfera de una cantina.

La infraestructura de servicio escuchó al equipo de cocina, optimizando la reposición y la circulación. La cocina aporta equipos de última generación, proporcionando, además de encimeras de aluminio y cuidados asépticos, comodidad para el trabajo del equipo de cocineros.

La paleta de colores establece un diálogo con la universidad, ya que Mó se encuentra en el Espaço Unisinos, en Porto Alegre. Cada tono se eligió en función de la neuroarquitectura: los colores fríos como el turquesa y el gris son calmantes, los elementos en azul marino agudizan el paladar. Los colores cálidos se reservaron en dosis suaves en el salón, en detalles que siguen al buffet.